Las Cartas Marruecas, escritas por José Cadalso, son una de las primeras manifestaciones narrativas sobre las reuniones gitanas del siglo XVIII relacionadas con el denominado «proto-flamenco»
Si queremos adentrarnos en el conocimiento real de nuestra cultura, y en este caso, de algo tan nuestro como el Flamenco, debemos trasladarnos a los escritos que los españoles hacían sobre sus propias costumbres.
Uno de los textos más antiguos en los que podemos encontrar información referente al flamenco (o lo que hoy en día los estudiosos consideran como proto-flamenco), y en este caso en concreto, sobre las reuniones de gitanos (que hoy denominamos como juergas flamencas) son las Cartas Marruecas que el gaditano José Cadalso (1741-1782), escribió a finales de siglo XVIII.

Portada de la edición de 1793 en Madrid en la imprenta de Gabriel de Sancha
El contexto de estas cartas, se basa en la necesidad que tiene el autor, de describir las costumbres españolas en base a criticar la decadencia que el país está sufriendo en dicha época.
Es por ello que Cadalso, como representante de la Ilustración, muestra una preocupación por los problemas de su patria y en sus obras literarias, critica la sociedad española a fin de mejorarla.
Es ahí, en una de sus cartas (la número VII exactamente), donde Cadalso nos hace ver como en la sociedad costumbrista andaluza, ya existe esa unión entre clases sociales, en la cual, las reuniones nocturnas se daban por doquier.
Reuniones que no estaban bien vistas por la Ilustración española, pero que nos atestiguan que están impresas en las costumbres de la España del XVIII.
A través de personajes como el Tío Gregorio, el autor nos reconstruye las juergas nocturnas acompañadas de palmas, guitarras, castañuelas y baile:
Allí tuve la dicha de conocer al señor tío Gregorio. A su voz ronca y hueca, patilla larga, vientre redondo, modales ásperas, frecuentes juramentos y trato familiar, se distinguía entre todos. Su oficio era hacer cigarros, dándolos ya encendidos de su boca a los caballeritos, atizar los velones, decir el nombre y mérito de cada gitana, llevar el compás con las palmas de las manos cuando bailaba alguno de sus más apasionados protectores, y brindar a sus saludes con medios cántaros de vino. […] Contarte los dichos y hechos de aquella academia fuera imposible, o tal vez indecente; sólo diré que el humo de los cigarros, los gritos y palmadas del tío Gregorio, la bulla de todas las voces, el ruido de las castañuelas, lo destemplado de la guitarra, el chillido de las gitanas sobre cuál había de tocar el polo para que lo bailase Preciosilla, el ladrido de los perros y el desentono de los que cantaban, no me dejaron pegar los ojos en toda la noche.
Cadalso se sentía totalmente identificado con el personaje de Nuño Nuñez, Cristiano y escéptico de la época.
Por esta razón, se podría pensar que, la historia que el autor cuenta sobre la reunión de nobles con el Tío Gregorio y sus «protectores» camino a Cádiz, (por las descripciones y dichos de la carta podríamos atestiguar la acción en las inmediaciones de Arcos de la Frontera) fuera alguna de las vivencias que Cadalso, viviera en primera persona.
Pudiendo pensar que incluso los personajes de Tío Gregorio y la Preciosilla fueran reales.
Es curioso como ya aquí, Cadalso, a través de uno de sus personajes (la gitana Preciosilla), nos habla del Polo, como un baile interpretado por gitanos.
Es por ello, gracias a Jose Cadalso y a estos escritos recogidos en sus Cartas Marruecas, que podemos comprobar como las reuniones de gitanos, eran ya costumbre asentada en la segunda mitad de siglo XVIII.
Siglo de las primeras reuniones flamencas
Bibliografía
Jose Cadalso. Cartas Marruecas del Coronel D. Joseph Cadalso. BNE sing. Afr/974
Emilio Martinez Mata. El texto de las cartas marruecas de José de Cadalso. Centro Virtual Cervantes